Un año más celebramos el Premio “Ciudad Abierta” de la Cadena Ser, y en la presente edición el galardón recayó en “Una Ciudad Para Todos”.

“Una Ciudad Para Todos” es una edificante historia de solidaridad e idealismo para integrar en la sociedad a miles personas que llegaban a Gijón desde otros sitios de España en busca de trabajo y futuro. Con el empuje de “Una Ciudad para Todos” la sociedad gijonesa resolvió un problema al que daban la espalda los poderes públicos. A finales de los años sesenta del pasado siglo, las ciudades más industrializadas recibieron flujos de población provenientes de las provincias más atrasadas, de la España rural. La dificultad para alojarlos creó el fenómeno del chabolismo. Diez años más tarde, en las primeras elecciones municipales democráticas de 1979, varios partidos por toda España llevaron en sus programas electorales la erradicación del chabolismo.

La diferencia de Gijón con otras urbes que sufrieron el mismo problema estriba en que la solución ya se empezó a gestar antes de la formación de los ayuntamientos democráticos, con el Plan Integral para la erradicación del chabolismo en Gijón, con la Guardería Infantil de Tremañes, con cursos para adultos, con la Gestora de la Vivienda.

Cuando la Fundación Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Gijón inicia su labor para terminar con el chabolismo, el trabajo ya estaba encauzado desde la sociedad, con el voluntariado, con grupos y personas altruistas que dejaron sus mejores energías para integrar a las minorías marginadas sin recibir ninguna recompensa, salvo la satisfacción moral que da hacer el bien. Un trabajo callado, sin fotos, sin hueco en las primeras páginas, sin apoyos, sin subvenciones, sin patrocinios. Un esfuerzo guiado por el ideal de la igualdad, por el enorme coraje y la gran sensibilidad de gijoneses beneméritos que se rebelaron contra la injusticia de ver a los recién llegados privados de vivienda.

La integración social es la labor colectiva más importante que pueden hacer las personas por su ciudad. Lo era en la España de las décadas de los años sesenta y de los setenta del siglo pasado y lo es en la Europa de nuestros días. Si queremos mirarnos al espejo sin recelo, debemos fomentar la integración social que es un proceso que empieza por cosas tan elementales y básicas como tener una vivienda, contar con una escuela gratuita o poder acceder a un centro de salud, y sigue con empleo para todos, pensiones dignas y servicios sociales para dependientes, ancianos, niños y personas necesitadas.

“Una Ciudad para Todos” es el ejemplo a seguir. Nos mostró el camino al luchar para erradicar el chabolismo, y una vez superado ese estadio, puso el foco sobre las personas con discapacidad intelectual, buscando su autonomía e integración social. Una persona en una chabola o con discapacidad intelectual necesita que las instituciones y la sociedad la ayuden para estar en pie de igualdad con el resto de ciudadanos. En Gijón el impulso vino de la ciudadanía más concienciada y las instituciones democráticas entendieron los deberes que les venían marcados. En Gijón, con el esfuerzo colectivo, y gracias a pioneros como “Una Ciudad Para Todos”, tenemos unos niveles de integración superiores a ciudades semejantes en tamaño y población. 

Constatar esta realidad no nos puede llevar a la autosatisfacción ni a relajar la atención. La acción social integradora que fomenta la equidad debe ser una constante. Ensancha el sentido de comunidad y favorece las oportunidades sin exclusiones.

“Una Ciudad Para Todos” es el adelantado y la gran referencia del Gijón democrático. Hoy, con el premio a “Una Ciudad Para Todos” celebramos los primeros veinticinco años de Ser Gijón que son el prólogo de una trayectoria muchísimo más larga que no tenemos perspectiva aún para contemplarla.

En estos veinticinco años la ciudad conoció una gran transformación. Hay construidos barrios enteros que antes no existían, gozamos de infraestructuras y equipamientos que en aquella época no estaban ni esbozados. Pero si hubiera que escoger un cambio que transformó la vida de las personas, habría que citar a la comunicación, que adquirió una intensidad e inmediatez inusitadas, contribuyendo a que la sociedad sea caracterizada de mediática. En esa transformación jugó un papel importante Ser Gijón, muy pegada a la actualidad gijonesa de cada mañana, de cada tarde, de cada noche. Comunicando puntualmente las noticias a los gijoneses, siendo vehículo de cultura, de ocio, de información, de compañía. Quiero destacar la dimensión del acompañamiento, porque es una característica especial de la radio, mucho más acusada que en otros medios. En una sociedad como la nuestra y en una ciudad como Gijón, con miles de hogares habitados sólo por una persona, la radio dialoga con sus oyentes. Impulsar la comunicación es acercar a los ciudadanos, hacerlos partícipes de la ciudad que habitan. Al cumplir con esa tarea Ser Gijón contribuye a hacer ciudad.

La ciudad no es solo la suma de calles, plazas y edificios. La ciudad es un entorno de comunicación con personalidad específica. Ser Gijón, con su trabajo diario, fortalece Gijón. Dentro de la pluralidad de medios, requisito indispensable de las sociedades democráticas, Ser Gijón juega un papel imprescindible, por eso espero que tenga una larga vida para provecho de los gijoneses y para el bien de la ciudad.